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2 CRÓNICAS 23

 

Reinado de Ocozías de Judá

1 Los habitantes de Jerusalén hicieron rey en lugar de Joram a Ocozías su hijo menor; porque una banda armada que había venido con los árabes al campamento, había matado a todos los mayores, por lo cual reinó Ocozías, hijo de Joram rey de Judá.

2 Cuando Ocozías comenzó a reinar era de cuarenta y dos años, y reinó un año en Jerusalén. El nombre de su madre fue Atalía, hija de Omri.

3 También él anduvo en los caminos de la casa de Acab, pues su madre le aconsejaba a que actuase impíamente.

 

Muy comúnmente, cuando en la Biblia se menciona el nombre de una mujer –trátese de esposa, o madre como en este caso –es porque esa mujer desarrolló un poder o dominio sobre ese hombre. Y Atalía la hija del rey de Israel, influyó para muy mal a 2 de los hasta entonces 6 reyes que habían reinado en Judá. Fue esposa de Joram y madre de Ocozías, e influyó terriblemente a estos reyes haciéndolos hacer las aberraciones que también había hecho Israel.

 

Aunque socialmente, el hombre es calificado. Siempre hay una mujer detrás de la obra de ese hombre. Para su bien o para su mal. Es decir, se trata de UNA INFLUENCIA.

 

Es así porque así Dios lo ordenó, que la mujer sea AYUDA IDÓNEA; por supuesto que hay algunos casos en los que la mujer ha evolucionado hasta ser “AYUDA Y DUEÑA”; y tal vez eso no estaría tan mal, siempre y cuando esa influencia y evolución fueran para gloria de Dios. Como lo vemos en el caso de Priscila y Aquila. Se trata de una mujer que desarrolló su ministerio por el don y la gran capacidad que Dios le dio; pero sujeta, honrando y bajo el acuerdo de su marido. Lo mismo podemos inferir acerca del liderazgo reconocido y empoderado por Pablo en la DIACONISA FEBE:

 

1 Corintios 16

1 Os recomiendo además nuestra hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cencrea;

2 que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo.

3 Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús,

4 que expusieron su vida por mí; a los cuales no sólo yo doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles.

 

Volvamos a 2 Crónicas 23:

4 Hizo, pues, lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque después de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición.

5 Y él anduvo en los consejos de ellos, y fue a la guerra con Joram hijo de Acab, rey de Israel, contra Hazael rey de Siria, a Ramot de Galaad, donde los sirios hirieron a Joram.

 

Era tan cercana la relación entre Judá e Israel a causa de Atalia, que incluso hubieron 2 reyes llamados JORAM, uno en Judá (que fue el padre de Ocozías) y ahora en Israel (en tiempo de Ocozías).

 

6 Y volvió para curarse en Jezreel de las heridas que le habían hecho en Ramot, peleando contra Hazael rey de Siria. Y descendió Ocozías hijo de Joram, rey de Judá, para visitar a Joram hijo de Acab en Jezreel, porque allí estaba enfermo.

 

Jehú mata a Ocozías

7 Pero esto venía de Dios, para que Ocozías fuese destruido viniendo a Joram; porque habiendo venido, salió con Joram contra Jehú hijo de Nimsi, al cual Jehová había ungido para que exterminara la familia de Acab.

8 Y haciendo juicio Jehú contra la casa de Acab, halló a los príncipes de Judá, y a los hijos de los hermanos de Ocozías, que servían a Ocozías, y los mató.

9 Y buscando a Ocozías, el cual se había escondido en Samaria, lo hallaron y lo trajeron a Jehú, y le mataron; y le dieron sepultura, porque dijeron: Es hijo de Josafat, quien de todo su corazón buscó a Jehová. Y la casa de Ocozías no tenía fuerzas para poder retener el reino.

 

Atalía usurpa el trono

10 Entonces Atalía madre de Ocozías, viendo que su hijo era muerto, se levantó y exterminó toda la descendencia real de la casa de Judá.

 

¡Por fin la serpiente lanzó el mordisco! Lo que Atalía siempre había codiciado, ahora estaba a su alcance: ¡El trono! Y al más puro estilo de Acab y Jezabel, hizo lo mismo que Joram, exterminando a toda la descendencia real.

 

Ya habíamos visto que cuando Joram hizo esto lo hizo bajo influencia de su esposa Atalía.

 

11 Pero Josabet, hija del rey, tomó a Joás hijo de Ocozías, y escondiéndolo de entre los demás hijos del rey, a los cuales mataban, le guardó a él y a su ama en uno de los aposentos. Así lo escondió Josabet, hija del rey Joram, mujer del sacerdote Joiada (porque ella era hermana de Ocozías), de delante de Atalía, y no lo mataron.

 

De nuevo vemos la importancia de la mujer en el curso de la historia. Por un lado una mala mujer (Atalía), hija de Acab; influyendo para destruir a Judá. Y por otro lado, también una mujer hija de los reyes de Israel, pero casada con un sacerdote judío, llamado Joiada; que toma una decisión que HONRA A JEHOVÁ ¡Y pone a salvo a Joás! A quien posteriormente educa Joiada y lo convierte en un rey bueno para Judá.

 

12 Y estuvo con ellos escondido en la casa de Dios seis años. Entre tanto, Atalía reinaba en el país.

Después de todo, se trataba de un atentado contra la promesa de Dios acerca del Mesías y el trono de Judá.

Continuamente vemos en la historia de Israel que Satanás  intentó exterminar a los que eran parte del plan de Dios. Pero Dios siempre intervino, cumplió e hizo valer su promesa. En este caso a través de Josabet y su marido el sacerdote Joiada, quien protegió al niño y luego lo proclamó rey, al mismo tiempo que exterminó a Atalía y sus seguidores.

 

Por medio de la continua influencia espiritual de Joiada el rey realizó muchas reformas, especialmente la restauración del templo. Sin embargo, cuando el sumo sacerdote murió, el rey cometió la misma equivocación que Roboam, dando oídos al consejo mundano. Joás acabó matando a Zacarías, el hijo de Joiada, en lugar de prestar atención al mensaje del Señor y arrepentirse.

 

Joás ilustra a la clase de hombres cuya fe no está apuntalada por el Señor; que solo bajo una buena influencia son capaces de hacer cosas buenas, pero si esa buena influencia es sustituida por una mala, hacen lo malo.

Nuestra fe debe estar apuntalada por el Señor y hacia el Señor. Y si nos toca influir a otros, debe ser para honra de Dios.

 

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