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2 CRÓNICAS 14

 

Los caps. 14–16 tratan del reinado de Asa.

 

Asa guio a la nación en dos reformas:

 

1) A quitar los altares a los dioses ajenos y

2) A ordenar al pueblo a que volviera al Señor.

 

2CRÓNICAS 14

1 Durmió Abías con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David; y reinó en su lugar su hijo Asa, en cuyos días tuvo sosiego el país por diez años.

2 E hizo Asa lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová su Dios.

3 Porque quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera;

4 y mandó a Judá que buscase a Jehová el Dios de sus padres, y pusiese por obra la ley y sus mandamientos.

5 Quitó asimismo de todas las ciudades de Judá los lugares altos y las imágenes; y estuvo el reino en paz bajo su reinado.

6 Y edificó ciudades fortificadas en Judá, por cuanto había paz en la tierra, y no había guerra contra él en aquellos tiempos; porque Jehová le había dado paz.

 

Dios honró sus esfuerzos al darle a la nación diez años de paz, durante los cuales el rey fortificó las ciudades.

 

7 Dijo, por tanto, a Judá: Edifiquemos estas ciudades, y cerquémoslas de muros con torres, puertas y barras, ya que la tierra es nuestra; porque hemos buscado a Jehová nuestro Dios; le hemos buscado, y él nos ha dado paz por todas partes. Edificaron, pues, y fueron prosperados.

8 Tuvo también Asa ejército que traía escudos y lanzas: de Judá trescientos mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos, todos hombres diestros.

9 Y salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros; y vino hasta Maresa.

10 Entonces salió Asa contra él, y ordenaron la batalla en el valle de Sefata junto a Maresa.

11 Y clamó Asa a Jehová su Dios, y dijo: !!Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti el hombre.

12 Y Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y huyeron los etíopes.

13 Y Asa, y el pueblo que con él estaba, los persiguieron hasta Gerar; y cayeron los etíopes hasta no quedar en ellos aliento, porque fueron deshechos delante de Jehová y de su ejército. Y les tomaron muy grande botín.

14 Atacaron también todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror de Jehová cayó sobre ellas; y saquearon todas las ciudades, porque había en ellas gran botín.

15 Asimismo atacaron las cabañas de los que tenían ganado, y se llevaron muchas ovejas y camellos, y volvieron a Jerusalén.

 

Esta victoria sobre los etíopes y el mensaje que recibiría en el siguiente capítulo del profeta Azarías, motivarían al rey a congregar al pueblo para reafirmar su pacto con Dios, como se ve en

 

15.12 Entonces prometieron solemnemente que buscarían a Jehová el Dios de sus padres, de todo su corazón y de toda su alma;

 

Cuando Dios nos aviva, nuestro espíritu nos hace amarlo sobre todas las cosas; y nos lleva a hacer modificaciones en nuestra conducta y nuestra forma de acercarnos a Dios, guiados por su Espíritu y por Su Palabra. Pero el avivamiento no queda ahí, sino que nos hace aprovechar nuestras áreas de influencia para hacer que también otros se vuelvan a Él.

 

Definitivamente Asa estaba avivado por Dios y se convirtió en un REFORMADOR. La nación había caído en prácticas idolátricas deplorables y apóstatas, pero Asa trabajo con ahínco para corregir la situación: REFORMARLA.

 

Pero NO ES FÁCIL HACER QUE OTROS SE VUELVAN A DIOS; la mayoría de las veces NO BASTAN NUESTRAS PALABRAS Y NUESTRAS BUENAS INTENCIONES; son necesarias DEMOSTRACIONES DE PODER. Tal y como vemos que Asa enfrentó con 580 mil a más de 1 millón de hombres y fue Jehová quien los derrotó. He ahí el respaldo y la fidelidad de Dios.

 

Nuestras cuentas no alcanzan para vencer nuestras necesidades, pero Dios hace la diferencia.

 

Esto siempre ocurrirá cuando nos volvamos a Dios en arrepentimiento genuino.

 

Arrepentirnos no es sentirnos culpables, sino renunciar a todo aquello que está en nuestras vidas y que Dios nos muestra en su Palabra que no le agrada.

 

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