
1 REYES 13
Los capítulos 12-15 registran «el principio del fin».
Con la muerte de Salomón la gloria de la nación empieza a desvanecerse. En 1 Reyes se abarca aproximadamente ciento veinticinco años de historia, cuarenta del reinado de Salomón y casi ochenta y cinco del reino dividido de Israel y Judá. 5 reyes reinaron en Judá durante ese período, Y 8 reinaron en Israel, y los 13 eran malos e impíos.
Los capítulos del 11 al 14 tratan de La división del reino. En el capítulo 12 encontramos la Necedad de Roboam.
El vasto programa de Salomón de construcción y expansión le trajo fama y gloria a la nación, pero los impuestos pesaban sobre el pueblo, el cual esperaba algún alivio de la carga al ser sucedido en el cargo por su hijo Roboam.
En sus últimos años Salomón estaba más interesado en la riqueza material que en la bendición espiritual. Si su hijo Roboam hubiera escuchado a los líderes ancianos, se hubiera ganado el corazón del pueblo; pero no estaba dispuesto a ser siervo del pueblo. Oyó a los jóvenes que carecían de experiencia y, por consiguiente, tomó una decisión necia. El camino para ser un gobernante es ser siervo. De hecho esa es la verdadera función de un gobernante: Servir al pueblo; pero Roboam, como muchos gobernantes de hoy en día, se desvió por el rumbo de la narquía, el despotismo y la prepotencia.
Entre los capítulos 12 y 13 encontramos la Rebelión de Jeroboam. Dios había escogido a Jeroboam para que fuera el rey de las diez tribus de Israel ( 11.26–40 ) para juzgar los pecados de Salomón ( 11.9–13 ). El pecado es un gran divisor y destructor. Sólo Judá y Benjamín quedaron para Roboam, y Dios permitió que éstos permanecieran por su amor a David.
Sin embargo, Jeroboam no vivió de acuerdo a sus oportunidades, guió a las diez tribus a la idolatría. Esto debido al temor de que si permitía que el pueblo de su reino fuera a Jerusalén (el reino del sur, llamado también Judá) para las fiestas anuales, allí se rebelaran contra él, de modo que creyó «conveniente» que adoraran en su territorio, y levantó 2 nuevos centro de adoración especial para el reino del norte. Repitió el pecado de Aarón (Éx 32.1–6 ) e hizo becerros de oro, poniendo uno en Dan y el otro en Bet-el. También consagró lugares de adoración y organizó su propio sacerdocio.
Esto es muy parecido a lo que hizo Constantino al erigir la iglesia católica. Su centro de adoración no está en Jerusalén, sino en Roma; y el sacerdocio es célibe, se hacen rezos, se cree en ídolos y se practican muchas otras abominaciones de las religiones de la tierra, y aun así se le llama “cristianismo”. Al reino del norte gobernado por Jeroboam e le llamaba “Israel”, y tenían de todo, menos Biblia y culto al Dios verdadero.
Fue una religión hecha por el hombre y para la conveniencia del rey y del pueblo; una religión que le permitiera al hombre reinar (o más bien al pecado), y no a Dios. Por consiguiente, no tenía ni el poder ni la bendición de Dios. Por supuesto, Dios no podía permitir que tal apostasía continuara, así que le envió al rey un mensaje de advertencia y juicio (como lo vamos a ver en el cap. 13 ).
Notemos que el rey estaba quemando incienso en el altar, actuando como sacerdote.
13. Un profeta de Judá amonesta a Jeroboam
1 He aquí que un varón de Dios por palabra de Jehová vino de Judá a Bet-el; y estando Jeroboam junto al altar para quemar incienso,
2 aquél clamó contra el altar por palabra de Jehová y dijo: Altar, altar, así ha dicho Jehová: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo llamado Josías, el cual sacrificará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman sobre ti incienso, y sobre ti quemarán huesos de hombres.
3 Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Esta es la señal de que Jehová ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará.
4 Cuando el rey Jeroboam oyó la palabra del varón de Dios, que había clamado contra el altar de Bet-el, extendiendo su mano desde el altar, dijo: !!Prendedle! Mas la mano que había extendido contra él, se le secó, y no la pudo enderezar.
5 Y el altar se rompió, y se derramó la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por palabra de Jehová.
6 Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues ante la presencia de Jehová tu Dios, y ores por mí, para que mi mano me sea restaurada. Y el varón de Dios oró a Jehová, y la mano del rey se le restauró, y quedó como era antes.
7 Y el rey dijo al varón de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente.
8 Pero el varón de Dios dijo al rey: Aunque me dieras la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar.
9 Porque así me está ordenado por palabra de Jehová, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni regreses por el camino que fueres.
10 Regresó, pues, por otro camino, y no volvió por el camino por donde había venido a Bet-el.
El misterioso varón de Dios anunció el nacimiento del futuro rey Josías y también advirtió que la religión humana que el rey creó sería juzgada y destruida.
Es necesario apuntar que Josías sería un rey de Judá, el encargado en un futuro no muy lejano de juzgar la acción de Jerobam. Muchas veces nosotros tenemos la idea de juicios repentinos de parte de Dios, pero aunque aquí se ve una señal muy contundente que el profeta hace en contra del altar, eso fue solo un señal que garantizaba que el juicio vendría después.
Cuando Jeroboam trató de arrestar al profeta, la mano que el rey tenía extendida se le secó y el altar se quebró, exactamente como el profeta predijo. El rey suplicó ser sanado y el hombre oró por él. Las manos simbolizan nuestras obras. Si el rey mostraba arrepentimiento en sus obras Dios le perdonaría y le restauraría en el propósito para el cual lo puso,; pero una vez sano de su mano otra vez, el rey entonces trató de tenderle una trampa al profeta invitándole al palacio, pero el varón de Dios rehusó caer en el truco.
11 Moraba entonces en Bet-el un viejo profeta, al cual vino su hijo y le contó todo lo que el varón de Dios había hecho aquel día en Bet-el; le contaron también a su padre las palabras que había hablado al rey.
12 Y su padre les dijo: ¿Por qué camino se fue? Y sus hijos le mostraron el camino por donde había regresado el varón de Dios que había venido de Judá.
13 Y él dijo a sus hijos: Ensilladme el asno. Y ellos le ensillaron el asno, y él lo montó.
14 Y yendo tras el varón de Dios, le halló sentado debajo de una encina, y le dijo: ¿Eres tú el varón de Dios que vino de Judá? El dijo: Yo soy.
15 Entonces le dijo: Ven conmigo a casa, y come pan.
16 Mas él respondió: No podré volver contigo, ni iré contigo, ni tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar.
17 Porque por palabra de Dios me ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua allí, ni regreses por el camino por donde fueres.
18 Y el otro le dijo, mintiéndole: Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra de Jehová, diciendo: Tráele contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua.
19 Entonces volvió con él, y comió pan en su casa, y bebió agua.
20 Y aconteció que estando ellos en la mesa, vino palabra de Jehová al profeta que le había hecho volver.
21 Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo Jehová: Por cuanto has sido rebelde al mandato de Jehová, y no guardaste el mandamiento que Jehová tu Dios te había prescrito,
22 sino que volviste, y comiste pan y bebiste agua en el lugar donde Jehová te había dicho que no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres.
23 Cuando había comido pan y bebido, el que le había hecho volver le ensilló el asno.
24 Y yéndose, le topó un león en el camino, y le mató; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno junto a él, y el león también junto al cuerpo.
25 Y he aquí unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el león que estaba junto al cuerpo; y vinieron y lo dijeron en la ciudad donde el viejo profeta habitaba.
26 Oyéndolo el profeta que le había hecho volver del camino, dijo: El varón de Dios es, que fue rebelde al mandato de Jehová; por tanto, Jehová le ha entregado al león, que le ha quebrantado y matado, conforme a la palabra de Jehová que él le dijo.
27 Y habló a sus hijos, y les dijo: Ensilladme un asno. Y ellos se lo ensillaron.
28 Y él fue, y halló el cuerpo tendido en el camino, y el asno y el león que estaban junto al cuerpo; el león no había comido el cuerpo, ni dañado al asno.
29 Entonces tomó el profeta el cuerpo del varón de Dios, y lo puso sobre el asno y se lo llevó. Y el profeta viejo vino a la ciudad, para endecharle y enterrarle.
30 Y puso el cuerpo en su sepulcro; y le endecharon, diciendo: !!Ay, hermano mío!
31 Y después que le hubieron enterrado, habló a sus hijos, diciendo: Cuando yo muera, enterradme en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios; poned mis huesos junto a los suyos.
32 Porque sin duda vendrá lo que él dijo a voces por palabra de Jehová contra el altar que está en Bet-el, y contra todas las casas de los lugares altos que están en las ciudades de Samaria.
33 Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a hacer sacerdotes de los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo consagraba para que fuese de los sacerdotes de los lugares altos.
34 Y esto fue causa de pecado a la casa de Jeroboam, por lo cual fue cortada y raída de sobre la faz de la tierra.
Es desafortunado que el varón de Dios dio oídos a las mentiras del colega profeta y perdió su vida. La pregunta es ¿puede un profeta de Dios mentir? ¿por qué lo hizo este viejo profeta?
Sabemos que la fe tiene que ser probada, y también que nuestro adversario el diablo anda alrededor buscando a quién devorar. Debemos estar alertas. Jesús dijo a Pedro: Apártate de delante de mí, Satanás.
Si hay alguna lección que aprender de 13.11–34 es esta: no debemos dejarnos desviar de la voluntad de Dios por otros “hermanos”. Si este viejo profeta realmente hubiera estado siendo útil a Jehová ¿habría habido razón para traer desde Judá a este joven profeta?
De igual modo, ¿Cómo podemos ponernos a dar oídos a “hermanos” que no guardaron su dignidad y se apartaron de la congregación, y que ahora vienen tratando de confundirnos y de sacarnos de nuestra dignidad? Debemos aprender a obedecer la Palabra de Dios, cueste lo que cueste.