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1 CRÓNICAS 23

 

CAPÍTULO 23

LOS CAPÍTULOS 23-26 TRATAN DE LOS MINISTROS EN EL TEMPLO.

 

2 Crónicas 29.25 

Mediante los profetas Gad y Natán, Dios le dio a David el plan de David consistía en reorganizar a lo sacerdotes y levitas.

 

No sólo se trataba de construir el templo, y los planos; sino que también había que reorganizar los ministros.

 

La iglesia actual debiera prestar atención a las direcciones dadas en el NT para su organización y ministerio. Demasiado a menudo importamos ideas del mundo y rechazamos los ideales de la Palabra.

 

Habían 38.000 levitas disponibles y David los dividió en cuatro grupos:

 

  • 24.000 para supervisar el trabajo en el templo;

  • 4.000 como músicos;

  • 4.000 como porteros, lo cual incluía los tesoros y los almacenes del templo; y

  • 6.000 que se distribuirían en toda la nación para ministrar como jueces y maestros de la ley.

     

No es suficiente que el pueblo de Dios venga a la casa de Dios; los siervos de Dios también deben ir al pueblo. Nótese que David proveyó los instrumentos para que los usaran los músicos ( 23.5 ) y escribió muchos de los cantos que usaban en la adoración al Señor.

 

Durante los años del peregrinaje de Israel, a los descendientes de Leví se les asignó el desarme del tabernáculo y la transportación de sus partes, volviéndolo a ensamblar en el lugar en que Dios le decía al pueblo que acampara (véase  Nm 3–4 ). Ahora que empezarían a servir en un santuario permanente, a las tres familias de los hijos de Leví se les asignó otros deberes.

 

Los sacerdotes se dividieron en veinticuatro grupos (cap.  24 ; véase  Lc 1.5 ) que servían por turnos, quizás dos semanas al mes. David hizo las cosas «decentemente y con orden» ( 1 Co 14.40 ). Las tareas específicas se asignaron por suerte ( Lc 1.8–9 ).

 

Los porteros (cap.  26 ) guardaban el templo y las cámaras de almacenaje que había en él. Se recordará que Obededom ( 26.4 ) fue el hombre que guardó el arca del pacto antes de que se colocara finalmente en el tabernáculo ( 1 Cr 13.13–14 ). Los porteros echaban suertes para ver a dónde serían asignados ( 26.13 ). Téngase presente que los judíos traían sus diezmos y ofrendas al templo como parte de su adoración y los levitas tenían que almacenar, llevar cuentas y proteger todos estos artículos. Pero sobre todo, el tesoro del templo contenía los valiosos objetos dedicados al Señor, así como cosas materiales necesarias para el culto al Señor (véase  1 Cr 9.27–34 ). Era importante que las especias, la harina y otros artículos se preservaran sin contaminación. Cuán desafortunados es cuando lo que contamina se introduce en la casa del Señor.

 

Al revisar estos capítulos y sus muchos nombres nos impacta el hecho de que Dios usó personas para realizar su obra, personas con diferentes talentos y ministerios. Algunos de los siervos del templo dirigían los cantos de alabanza a Dios; otros tocaban los instrumentos; algunos guardaban los tesoros; otros llevaban el inventario de las ofrendas que se traían al templo. Los sacerdotes ofrecían los sacrificios al Señor y cuidaban del culto de adoración diario. Todo estaba organizado de forma eficiente y el ministerio total del templo glorificaba a Dios. Incluso los que tenían que trabajar «en el turno de la noche» alababan al Señor por el privilegio de adorarle y servirle (Sal 134).

 

 

RIQUEZA LITERARIA 23.30 “ALABANZAS”: Alabar, agradecer; regocijarse, exaltar a alguien; es la raíz de donde procede la palabra «aleluya». La frase es un mandato: todos deben alabar a Jehová.

 

Si hasta a María bonita se le cantaba mencionando su nombre, con mucha más razón a Jehová; aunque hay los que piensan que mencionarlo como Jehová es “religioso”, que basta con llamarlo “Dios”.

 

Alabanza es un salmo o canción. Realmente la palabra SALMOS (que le da nombre a dicho libro) significa «Alabanzas». Esta palabra siemre nos da la idea de cantar o hablar acerca de las glorias, las virtudes o el honor de algo o alguien, en este caso Jehová.

 

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